lunes, 27 de abril de 2020

EL PELIGRO DE LA ADAPTABILIDAD DEL HUMANO


PER  Génesis 1:26 Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que ellos dominen los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles. (Gen 1:26 PER)

Cuando Dios hizo al hombre, lo hizo como un ser pensante, capaz de aprender y evolucionar en base a ese aprendizaje. Obviamente, cuando tal evolución no ocurre, involucionamos y dejamos de aprender, por lo que seguramente tendremos que volver a vivir la experiencia de la que no sacamos ningún provecho, hasta que “aprobemos el examen”, pero una vez aprendamos la lección, seremos recompensados con una corona, con un pensamiento diferente.

LBA  Santiago 1:12 Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que le aman.

La adaptabilidad es fundamental para la supervivencia, porque quien no es capaz de adaptarse al entorno en el que se desenvuelve, seguramente no podrá sobrevivir en él y no hablo desde la perspectiva “darwiniana”, pero para ponerlo de una manera más sencilla quiero decirlo así:

Juan vive en un pueblito del área rural de su país, un lugar tranquilo y con una población pequeña en número, pero se ve en la necesidad de trasladarse a una metrópoli con muchos habitantes y por ende con un mayor tráfico vehicular y de personas, en donde el ambiente es bullicioso y ajetreado. Juan comienza a sentirse agobiado, sofocado por el ruido, la falta de aire puro y el fresco del campo, la carencia de espacio personal en las aglomeraciones de gente en las muchas calles y avenidas por las que transitan todos a pie y en vehículos a gran velocidad, produciendo en Juan una sensación de vértigo y un deseo vehemente por regresar a la paz y la calma de su hogar.

Si Juan no puede regresar pronto a casa, o si tuviera que quedarse a vivir en la ciudad, corre un grave riesgo de no adaptarse a ese nuevo ritmo de vida y enfermarse por la contaminación, por el stress, incluso por la nostalgia. La buena noticia es que los seres humanos tenemos una enorme capacidad de adaptabilidad y es posible que en un tiempo determinado nuestro personaje se acostumbre a su nuevo ritmo de vida y se llegue a desenvolver tan bien, que quizás nunca quiera regresar a su vida anterior.

Debemos estar atentos, porque si nos descuidamos podemos llegar a correr el riesgo de vernos envueltos en situaciones como el acomodamiento, la desidia, el desgano, la falta de interés o el olvido y la indiferencia ante lo que pueda estar ocurriendo en nuestra misma vida.

Veamos algunos ejemplos:


·         El pueblo de Israel se adaptó a una vida de esclavitud, y cuando fueron movidos de esa zona de confort, se pasaron una buena parte de su vida suspirando por las cosas que habían dejado atrás, al abandonar esa vida. En medio de su travesia por el desierto, Dios los acompañaba de día y de noche, su ropa y calzado no sufrían desgaste, pero debido a que estaban muy acostumbrados a su vida en Egipto, después de generaciones de vivir bajo el yugo de la esclavitud, en lugar de ver las bendiciones de Dios, solo alcanzaban a ver las cosas que dejaron atrás y la comodidad que creían tener en esa vida anterior.

LBA  Números 11:5 Nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, de los pepinos, de los melones, los puerros, las cebollas y los ajos;

·         El pueblo de Israel se comportaba bien cuando tenía jueces que lo vigilaran, pero cuando los jueces morían se acomodaban y retrocedían en su evolución. Dios les proveía los jueces que les instruían y les corregían al desviarse en su actitud, pero en el mismo momento en que dejaban de tener ese control sobre ellos, su manera de vivir volvía a ser desordenada y volvían a las costumbres heredadas de sus antepasados, manifestándose en ellos el acomodamiento de esas generaciones pasadas en la esclavitud y las costumbres paganas.

LBA Jue 2:18-19 18 Cuando el SEÑOR les levantaba jueces, el SEÑOR estaba con el juez y los libraba de mano de sus enemigos todos los días del juez; porque el SEÑOR se compadecía por sus gemidos a causa de los que los oprimían y afligían. 19 Pero acontecía que al morir el juez, ellos volvían atrás y se corrompían aún más que sus padres, siguiendo a otros dioses, sirviéndoles e inclinándose ante ellos; no dejaban sus costumbres ni su camino obstinado.

·         La gente de Sodoma y sus alrededores estaba tan acomodada a la maldad que querían abusar de los ángeles enviados a destruirlos porque seguramente no supieron discernir el terrible evento que se les venía encima. Imaginemos que haríamos nosotros si viéramos llegar ángeles a nuestra ciudad, yo pienso que lo primero que haría sería tratar de averiguar si realmente son ángeles de parte de Dios y obviamente cual es el propósito de su visita.

BLA  Génesis 19:1 Los dos ángeles llegaron a Sodoma al atardecer. Lot estaba sentado a la entrada del pueblo. Apenas los vio, salió a su encuentro, se arrodilló inclinándose profundamente, 2 y les dijo: "Señores míos, les ruego que vengan a la casa de este siervo suyo a pasar la noche. Se lavarán los pies, descansarán y mañana, al amanecer, podrán seguir su camino." Ellos le respondieron: "No, pasaremos la noche en la plaza." Pero él insistió tanto, que lo siguieron a su casa, y les preparó comida. 3 Hizo panes sin levadura y comieron. 4 No estaban acostados todavía cuando los vecinos, es decir los hombres de Sodoma, jóvenes y ancianos, rodearon la casa: ¡estaba el pueblo entero! 5 Llamaron a Lot y le dijeron: "¿Dónde están esos hombres que llegaron a tu casa esta noche? Mándanoslos afuera, para que abusemos de ellos."

Los habitantes de la ciudad, acostumbrados (adaptados) a una vida de violencia, habiendo nacido y crecido en un ambiente agresivo y pecaminoso, arremetieron contra la casa de Lot y no tuvieron respeto de los visitantes. Su costumbre a los deseos corrompidos anulaba todo respeto que pudiera existir por una potestad superior

LBA 2Pe 2:10 10 especialmente a los que andan tras la carne en sus deseos corrompidos y desprecian la autoridad. Atrevidos y obstinados, no tiemblan cuando blasfeman de las majestades angélicas,


·         La gente en el tiempo de Noé estaba acomodada a la maldad del mundo y por eso fue indiferente al mensaje de Noé, quedándose fuera del arca y perdiendo la oportunidad de perecer en la catástrofe que se avecinaba.

En el tiempo actual, el mundo está viviendo una pandemia sin precedentes, quizás con un muy bajo nivel de mortandad, aunado a unas mejores medidas de prevención, mejores recursos médicos y avances tecnológicos y mejores recursos sanitarios, que impiden que el número de fallecidos sea extremadamente elevado. Pero estoy seguro que si estuviéramos viviendo en la época de las anteriores pandemias y con las limitaciones de dicho tiempo, seguramente el “número de recuperados” no sería ni siquiera aproximado a lo que hoy muchos están publicando como una luz al final del túnel.

También pienso que los datos de defunciones en la actualidad no son exactos ni precisos, arrojando un aproximado ciertamente confiable, pero limitados a que cada país reporte acuciosamente su situación, cosa que es muy difícil en países donde el área rural tiene poco o ningún nivel de desarrollo, lugares donde simplemente se cree que la gente enfermó y murió porque era su tiempo de morir o en cualquier país que simplemente no crea conveniente compartir los datos reales de su situación.

No soy pesimista, ni tampoco es escribo como se escribe una mórbida novela de terror, lo que estoy tratando de ver es la realidad en pleno siglo XXI, que con todo y los muchos avances tecnológicos y científicos que creemos tener, estamos paralizados por un virus de poca mortalidad, que ha llegado a poner de rodillas a los gobiernos de los países mas industrializados y que se consideran potencias mundiales.

Por eso no podemos dormirnos en nuestros laureles y decir que esto va a pasar, volviéndonos indiferentes al mensaje que Dios nos está dando, a la puerta de oportunidad que se abre delante de la humanidad para reflexionar y volvernos de los malos caminos, porque a Dios no le complace ver morir a nadie, por muy malo que sea, el Señor quiere ve un  cambio real en nuestra actitud

LBA  Ezequiel 33:11 Diles: "Vivo yo" -- declara el Señor DIOS -- "que no me complazco en la muerte del impío, sino en que el impío se aparte de su camino y viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos. ¿Por qué habéis de morir, oh casa de Israel?"

Uno de los mayores problemas, como ya lo dije con anterioridad, es que somos constantemente bombardeados con dos tipos de información, primero con la cantidad de contagiados y la zozobra que produce el futuro tenebroso de la economía a nivel mundial, mientras en segundo plano nos transmiten los datos de la gente que se está salvando de la muerte, gracias al esfuerzo médico que se está haciendo y la carrera que tiene la ciencia para encontrar una cura para esta nueva enfermedad y la manera de atender las demás enfermedades emergentes de la época.

Y en verdad bendigo y aprecio las vidas de todo ese personal de salud que están dando lo mejor de sí mismos para ayudar a la población de sus localidades, pero también veo como, día a día nos vamos acostumbrando a esta casi imperceptible confusión generada con el propósito de distraernos. Nos vamos acostumbrando a la comodidad del hogar, a pesar de la falta de costumbre que tenemos de convivir con nuestros hijos y cónyuge, nos vamos acostumbrando a las nuevas formas de tele trabajo para no exponernos al salir de casa, pero también nos vamos acostumbrando a que cuando algunos debemos salir por diferentes  razones, simplemente nos ponemos una mascarilla que se ha vuelto un accesorio más del vestuario e incluso ya estamos viendo cómo se van comercializando con diferentes formas, colores, texturas, materiales y precios, para que todos tengamos acceso a una mascarilla y a los diferentes elementos que se usan para la seguridad sanitaria, y aun debo mencionar como los humanos en nuestro afán de enfrentar las cosas con el mejor de nuestros ánimos, hacemos toda clase de chistes reflejados en los famosos “memes” publicados a lo largo y ancho de las diferentes redes sociales.

Qué bueno que tratemos de hacer como dice el proverbio popular y poner “al mal tiempo, buena cara”, que bien que nuestra moral se mantenga en alto, que bueno si estamos aprovechando este tiempo en casa para compartir con nuestra familia de una manera amorosa (aunque hay algunas personas que más que estar en una cuarentena o un distanciamiento social, parecieran ser compañeros de prisión de un grupo de personas indiferentes, a las que por años les han conocido como una familia, pero que en realidad, solo son cohabitantes de la misma casa, llegando al punto de que ni siquiera están acostumbrados a sentarse juntos a la mesa y mucho menos a tener ningún momento de alegría o actividad alguna juntos.

Debemos despertar y debemos entender cuál es la diferencia entre acomodarnos y adaptarnos, porque definitivamente pueden ser parecidos, pero no son cursos de acción iguales y por ende no tienen el mismo fin. Adaptarnos es buscar la mejor manera de encajar con el entorno y por ende con las circunstancias, buscando la mejor manera de desenvolvernos para seguir desarrollándonos y/o evolucionando en el proceso de la vida, mientras que acomodarnos a una situación, es simplemente aceptar lo que ocurre y no hacer nada por cambiar las circunstancias a nuestro favor, para poder producir cualquier mejoría.

Para ejemplificar lo que digo, pongámoslo de este modo: no es lo mismo acomodarme en el sofá a ver televisión y no moverme para alcanzar el control y quitar el programa que no me gusta, ni para alcanzar un vaso de limonada que calme mi sed, a ponerme en una situación confortable, pero antes prepararme con una jarra de limonada para mi sed y alcanzar el control para poder disfrutar y sacar lo mejor del momento de descanso que pasaré en el sofá.


Entonces, quisiera que viéramos que nos dice la Palabra de Dios acerca del acomodamiento y o la conformidad, que es un enemigo que se disfraza de adaptabilidad:



LBA  1 Pedro 1:14 Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais en vuestra ignorancia,

El apóstol Pedro nos deja ver que la conformidad va intrínsecamente ligada a la ignorancia y a la desobediencia.

Pero quisiera analizar esta palabra en el original griego según la concordancia Strong, donde aparece asi:

4964 συσχηματίζω suschematizo {sus-ke-ma-ti-zo} Significado: 1) conformarse a sí mismo (es decir, la mente y el carácter de uno) al patrón de otro (formarse de acuerdo a, tomar la forma de)

Esto quiere decir que quien se conforma (toma la forma) de otro, dejando de tener un pensamiento y una actitud propias, porque se encuentra cómodo al seguir lo que los demás opinan y hacen, es decir adopta el comportamiento acomodado de seguir a los demás, evadiendo la responsabilidad de tomar sus propias acciones y decisiones.

Por otro lado, según Wikipedia, La adaptación es, en sociología y psicología, el proceso por el cual un grupo o un individuo modifican sus patrones de comportamiento para ajustarse a las normas imperantes en el medio social en el que se mueve. Al adaptarse, un sujeto abandona hábitos o prácticas que formaban parte de su comportamiento, pero que están negativamente evaluadas en el ámbito al que desea integrarse, y eventualmente adquiere otros en consonancia con las expectativas que se tienen de su nuevo rol.

Es decir que adaptarse implica abandonar las cosas negativas y no solo buscar la comodidad sin que haya ningún cambio positivo en nosotros o las circunstancias de nuestra vida.

Como cristianos que buscan una evolución y un desarrollo espiritual, no podemos darnos el lujo de acomodarnos a las situaciones que nos rodean, aun si fueran buenas, porque el mayor enemigo de la excelencia es, precisamente conformarnos con lo que pueda parecer bueno. Para evitar este acomodamiento, debemos renovar constantemente nuestra mente, discernir la voluntad de Dios y llegar a comprender cuál es Su Voluntad Perfecta.

BNP  Romanos 12:2 No se acomoden a este mundo, por el contrario transfórmense interiormente con una mentalidad nueva, para discernir la voluntad de Dios, lo que es bueno y aceptable y perfecto.

Digamos no al acomodamiento! Bendiciones

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