lunes, 27 de enero de 2020

UN ALTAR DE RECONCILIACIÓN


18 Salió, pues, Noé, y con él sus hijos y su mujer y las mujeres de sus hijos. 19 Y todas las bestias, todos los reptiles, todas las aves y todo lo que se mueve sobre la tierra, salieron del arca según sus familias. 20 Y edificó Noé un altar al SEÑOR, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocaustos en el altar. (Gen 8:18-20 LBA)


INTRODUCCIÓN: En la Palabra del Señor vemos diferentes puntos de contacto que pueden unir  lo terrenal con lo celestial. Podemos ver que Dios, al sacar a su Pueblo Escogido de la esclavitud en Egipto (una figura de cuando saque a su Pueblo del Mundo) les da un tabernáculo de reunión para tener un lugar donde manifestarse, un trono para mostrar su misericordia y darles instrucción (Exo 25:21-22). De igual forma vemos que el lado de las tinieblas introduce un altar en el que hay una manifestación de las potestades del mal, a través del tabernáculo de Moloc (Hch 7:40-43), conduciendo al pueblo a la confusión. En la actualidad, debemos aprender de los errores cometidos por Israel, en especial en el camino a la Tierra Prometida (1Co 10:6-11).
DESARROLLO: Aunque nos movemos en una dimensión terrenal, Jesús dijo que nosotros no pertenecemos a ella, pero que seremos asediados constantemente mientras estemos en ésta dimensión material (Jn 17:14-15). El apóstol Pablo nos da instrucciones para poder sobrevivir a la constante batalla que libramos desde el plano terrenal con huestes en las regiones celestes (Efe 6:10-12 NVI). Debemos estar preparados para estas batallas, y permanecer alertas para no abrir espacios o puertas por las que estas entidades entren a nuestra vida y/o nuestras casas.
La Biblia nos enseña que Dios ha hablado y se ha manifestado de diferentes formas (Heb 1:1-2) y de todas esas formas, muchas veces lo hace a través de un altar, que es un lugar consagrado y dedicado para diferentes usos: un altar santifica todo lo que toca (Exo 29:37), un altar puede ser un refugio (1R 1:50-53), un lugar en el que nos acercamos para alabar a Dios (Sal 43:4 R95), un lugar para presentar ofrendas (Ex 29:18). Pero también nos advierte que existen los altares de idolatría (Jue 6:25-26;  1R 16:32) y hay quienes en su humanismo, pueden llegar a poner altares de idolatría a la par del Altar de Dios (Hch 17:23); hay altares que podrán parecer buenos y hermosos pero no debemos imitarlos, Dios no quiere que tengamos altares profanos y si los tenemos, Él está dispuesto a perdonarnos cuando sean derribados (Is 27:9).
Entre los diferentes altares que son edificados por siervos de Dios, podemos ver algunos relacionados con la reconciliación, entre ellos tenemos:
·     EL ALTAR DE NOE (GEN 8:20-22 PER): Éste altar reconcilia a Dios con su creación en la Tierra, el sacrificio ofrecido por Noé aplaca la ira de Dios y trae un reposo de la destrucción que estaba decretada, tal y como había sido profetizado por su padre Lamec (Gen 5:28-29). Es importante notar que Noé ofrece el mayor holocausto registrado en las Escrituras, y era puro, pero sin un altar que santificara la ofrenda, no hubiera despedido el olor grato que ascendiera de lo terrenal hasta el trono Celestial de Dios, porque el Altar es el que purifica la ofrenda (Mt 23:18-19), por eso al traer nuestra ofrenda al altar, si recordamos que alguien tiene algo contra nosotros, debemos dejarla para que sea purificada, y debemos tomar una actitud espiritual, al reconocer con humildad y buscar la paz con aquel a quien hayamos ofendido y así, nuestra ofrenda tendrá olor grato en la nariz del Señor (Mat 5:23-24).
·     EL ALTAR DE ABRAHAM (GEN 12:7-8): Éste es el altar de la reconciliación del hombre con la Fe en Dios. Abraham venía de ser separado de su parentela, apartado de una cultura idolátrica y cuando tiene un encuentro personal con Dios recibe la revelación de edificar un altar para invocar el Nombre del Señor a dondequiera que fuera, en contraposición a la torre que había edificado la humanidad, para engrandecer su nombre (un altar al humanismo) y así sería bendecido él y su descendencia. Nosotros también debemos edificar un altar santo para el Señor, estando agradecidos por haber sido rescatados de la vana manera de vivir de nuestros padres, es decir de una vida vacía sin Dios (1Pe 1:17-19),
·     EL ALTAR DE JACOB (GEN 33:16:20): Cuando Isaac bendice a Jacob en lugar de bendecir a su hermano Esaú, este último guarda rencor y decide matarlo (Gen 27:41). Pero después de haber pasado un proceso de 20 años con su suegro, Dios le ordena a Jacob regresar y después de tener el encuentro personal con Dios en el que le cambian nombre, al llegar hasta su hermano Esaú, hacen las paces y edifica un altar a Jehová por su reconciliación familiar. El altar de la reconciliación familiar de Jacob, va precedido de humildad, se humilla 7 veces antes de llegar a su hermano; el Señor nos enseña que nosotros debemos ser humildes y perdonar hasta setenta veces siete a quien peca contra nosotros (Mat 18:21-22; 6:12)
·     EL ALTAR DE ISAAC (GEN 26:22-28): Isaac destapó los pozos de su padre que habían sido cegados por los filisteos, porque le tenían envidia (Gen 26:14) y alegaban ser dueños del agua (Gen 26:20), entonces se traslada de esa tierra, expulsado por Abimelec, para establecerse en Gerar y vuelve a cavar pozos y ahora riñe con los pastores del lugar, por lo que vuelve a trasladarse y vuelve a cavar otro pozo en el que finalmente no riñe con nadie y lo llama Rehobot. De allí vuelve a trasladarse, el Señor se le manifiesta, edifica un altar e invoca el Nombre del Señor y sus siervos vuelven a cavar un pozo y hallan agua, mientras Abimelec lo alcanza para reconocer que Dios está con él, reconciliándose y haciendo un pacto de paz. Cuando levantamos un altar de reconciliación, nuestro enemigo reconoce que somos bendecidos y veremos al Señor (Heb 12:14)
·     EL ALTAR DE ELÍAS (1R 18:30-34): Elías estaba por librar su mayor batalla contra la idolatría de Israel, el pueblo estaba separado de Dios por prestar oídos a los profetas que se sentaban a la mesa de Jezabel que seduce siervos y les enseña a cometer actos inmorales y comer cosas sacrificadas a los ídolos (Ap 2:20). Elías entonces invita al pueblo a definirse y cuando repara (no edifica) el Altar, desciende fuego del cielo que prueba que es un Autentico profeta del Dios Verdadero (1R 18:38-39).
CONCLUSIONES: El tiempo final es peligroso, y al igual que en los días de Elías, habrá una manifestación poderosa de falsos profetas enviados para engañar a los escogidos de Dios (Mat 24:24; 2Pe 2:1; 1Jn 4:1) y se necesita que haya un altar para hacer volver a aquellos que hayan caído victimas de su engaño (Gal 6:1). La cruz es el altar donde se Sacrificó al Señor Jesucristo, el Cordero de Dios, para reconciliarnos con Dios (Ef 2:16).  Existe una relación intrínseca entre los altares y la reconciliación, como vimos que ocurre con Noé, quien edificando un altar, reconcilia a Dios con la creación;  Jacob al madurar se convierte en Israel y levanta un altar al aprender a reconciliar sus diferencias familiares; Isaac reconcilia con sus adversarios filisteos y es reconocido como un hombre bendecido. Abraham que es rescatado del humanismo, edifica altar e invoca el nombre del Señor reconciliando a la humanidad con la fe; así también, es necesario que haya un altar de reconciliación para aquellos que se han apartado y han ido en pos de otros dioses. Dios envía a Elías, un hombre común con un ministerio (Stg 5:17), para restaurar Su Altar y entonces hacer volver los corazones (1R 18:37) tal y como esta determinado para este tiempo final (Mal 4:5-6)

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