Desde
niño crecí con una cultura de lectura, en mi casa se encontraba material
diverso para leer en cada habitación. Aún conservo el buen hábito de leer cuando
tengo tiempo; recientemente, antes de dormir, recibí una notificación
interesante por e-mail, por lo que estuve leyendo algunas cosas interesantes,
entre ellas un artículo muy bueno para emprendedores, que me motivó a pensar en
lo que estaba allí descrito desde la perspectiva de este blog, es decir desde
mi perspectiva de cristiano.
Cuando
eres emprendedor, te hallas constantemente a ti mismo en situaciones que te
conducen a dudar de las decisiones tomadas, a veces flaqueamos, a veces nos
atemorizamos y dudamos si hemos tomado el curso más apropiado. Pero esto es
definitivamente algo muy común en todos los seres humanos.
Un
error muy común, cuando vemos a una persona exitosa, es pensar que siempre sabe
que hacer, siempre toma las decisiones correctas, siempre tiene la respuesta en
la punta de la lengua, siempre tiene un carácter solido y temple de acero,
nunca vacila, y hay quienes creen que al estilo de Star Wars, “la Fuerza”
siempre los acompaña, que han nacido con alguna buena estrella, o lo que los
cristianos llamaríamos “una bendición” sobre sus vidas.
Sin
embargo, cuando veo a los grandes lideres de La Biblia, veo hombres muy
diferentes a este concepto. Por ejemplo, veo un Gedeón que antes de ser llamado
a comandar un ejercito libertador, fue hallado escondido, lleno de temores,
dudando de la fe que le habían inculcado, dudando de su llamado, con complejos
que le impiden creerse capaz de lograr lo que Dios le está diciendo que Él quiere
que haga (Jue 6:11-14).
Veo
a un Moisés que es llamado a dirigir a una nación emergente y llevarlos a
conquistar la tierra prometida, pero al momento de ese llamamiento santo, se ve
a si mismo como alguien sin las cualidades de convertirse en ese líder (Ex
4:10-11), a pesar de que había sido preparado a lo largo de su vida, como un príncipe
en la misma casa de faraón, que era el equivalente a asistir a las mejores
universidades, para convertirse en un verdadero estadista (Hch 7:21-22)
Podría
seguir mencionando a muchos lideres como José que llegó a convertirse en un personaje
muy importante en el mundo, debido a que su inmadurez y falta de mesura al
hablar, provocan la ira y la envidia de sus hermanos, que acaban por venderlo
como esclavo (Gen 37:28; Hch 7:9). Pero quiero entrar mejor a analizar algunas
cosas que nos pueden ayudar a tener mas confianza y seguridad en momentos en
los que la duda pueda invadirnos.
- Como primer punto, debemos entender que, en realidad no somos autónomos,
somos dependientes de Dios. Somos simples humanos, tenemos debilidades, aún los líderes más poderosos, o esos a los que algunas veces vemos como héroes, como el profeta Elías de la Biblia que, aunque hacía llover fuego del cielo, era un hombre de carne y hueso como cualquier otro en el planeta (Stg 5:17). Incluso un líder impresionante, al apóstol Pablo, el perito arquitecto de la iglesia, autor de varios de los Libros de la Biblia -varías epístolas- tenía debilidades, hacía cosas que no quería hacer, cometía errores (Rom 7:19-24)5, sufría traiciones de sus colaboradores.
No
podemos permitirnos el lujo de olvidar que aun en el momento más difícil y
cuando te sientas mas solo que nunca, puedes contar con que no estas realmente
solo, porque el Señor te hizo la promesa de estar todos los días contigo,
aunque hay una condicionante de servicio, pero la discutiremos en otro tema (Mt
28:19-20).
- Como segundo punto, acerquemos la lupa a una de las circunstancias que más nos hace caer en el error de la duda. NO PODEMOS DARNOS EL LUJO DE OLVIDAR LAS VICTORIAS PASADAS.
Debemos admitir que nuestro bregar por la vida tiene tropiezos
en algunas oportunidades, lecciones que, si son bien aprendidas, se pueden
convertir en grandes oportunidades para quien tropieza, pero que cuando llegan,
siempre corremos el peligro de desanimarnos y sentir que estamos fracasando. Esto
trae a mi memoria a otro gran líder de la Biblia, quizás el rey más famoso de Israel,
el rey David, que tuvo grandes victorias, como la que tuvo contra el -también famoso-
gigante Goliat. Sin embargo, cuando tuvo momentos realmente difíciles en su
vida, como aquel cuando su propio hijo Absalón quiso derrocarlo. Pero una de
las vivencias Impresionantes de David fue cuando era perseguido por Saúl, que
quería matarlo, y termina refugiándose en el Templo de Dios y allí, el sumo sacerdote
Ahimelec le entrega la espada del gigante (1S 21:7-9), esto nos enseña que,
aunque estemos pasando momentos que parecen derrotas, siempre es bueno recordar
las victorias pasadas, que nos servirán para cobrar ánimo en la dificultad. Cuando
la incertidumbre llegue, en lugar de ponernos negativos, podemos recordar y reflexionar
en lo que salió bien y nuestros éxitos recientes.
- Este mismo rey David me lleva al tercer punto del tema de hoy que sería “enfrentar nuestros miedos”
Cuando
David llega al campamento a dejar quesos para sus hermanos, encuentra a un
ejercito amedrentado por Goliat, que les había dicho 80 veces, 40 en la mañana
y 40 en la tarde, que eran insuficientes para enfrentarlo, que no eran capaces
de llegar a derrotarlo, y los había puesto a temblar, aun y cuando la
recompensa para quien lo derrotara era casarse con la hija del Rey y quedar exento
de impuestos el y toda su familia por el resto de sus días (1Sam 17:25).
La
pregunta natural es: “¿Cómo puedo enfrentar mis miedos?” y la respuesta
realmente no es difícil de hallar, pero se necesita realmente aprender a tener
fe para poder ponerla en acción a favor nuestro, la respuesta está en la misma
pregunta que David hace a quienes le informan de la situación. La pregunta que David
hace es la siguiente:
¿Qué harán por el hombre que mate a este filisteo y quite
el oprobio de Israel? ¿Quién es este filisteo incircunciso para desafiar a los
escuadrones del Dios viviente?
Una
pregunta compuesta de una requisición de información y afirmación de la fe que el
joven tenía en quienes eran, un ejercito al cuidado del General que Nunca ha
perdido ni puede llegar a perder una sola batalla, eran los “escuadrones del
Dios Viviente”, no podían ser amedrentados por alguien que ni siquiera era del
pueblo escogido.
Ahora
bien, si nosotros realmente creemos que somos Hijos de Dios, aunque aun no
manifestemos totalmente serlo (1Jn 3:2), si de verdad creemos a su palabra que
dice que nos hizo reyes y sacerdotes para Dios (Ap 1:6), entonces seguramente
hallaremos en nosotros la confianza necesaria para enfrentarlo todo, recuerda que,
si le crees a Dios, lo estarás agradando (Heb 11:6).
- Esto también me lleva al cuarto punto: “la importancia que tiene la gente que te rodea”.
Como
dicen las abuelitas, “dime con quien andas y te diré de cual fumas – y como te
la fumas-“… mmm… no… me parece que es “dime con quien andas y te diré quien
eres”. La realidad es que no somos islas abandonadas ni desiertas en medio del
mar de la existencia, los seres humanos tenemos que tener relación con otros,
incluso para tener una buena salud mental, es necesario compartir, discutir,
conversar con otros (Pro 18:1), pero debemos ser cuidadosos, no rodearnos de
personas que pueda ejercer una influencia negativa en nuestra forma de pensar,
el Apóstol Pablo dice que las malas compañías son un engaño que corrompe las
buenas conciencias (1Co 15:33).
- Entonces ahora veamos el quinto punto: “no permitas que la opinión de los demás te afecte”.
- Por último, el sexto punto que quiero tratar es acerca de las metas.
Una de las
razones por las que podemos caer en falta de ánimo y cansancio es que pongamos
metas demasiado ambiciosas delante de nosotros, o que siempre queramos que todo
salga bien, pero debemos recordar que cada día trae su propio afán, podemos
planificar, pero debemos disfrutar de las bendiciones en las victorias o metas
alcanzadas y debemos reflexionar cuando las cosas no salgan tan bien como
quisiéramos, ¡confiando en que Dios está en todo!
Alégrate en el día de la
prosperidad, y en el día de la adversidad considera: Dios ha hecho tanto el uno
como el otro para que el hombre no descubra nada que suceda después de él. Ecl 7:14