18 Salió,
pues, Noé, y con él sus hijos y su mujer y las mujeres de sus hijos. 19
Y todas las bestias, todos los reptiles, todas las aves y todo lo que se mueve
sobre la tierra, salieron del arca según sus familias. 20 Y edificó
Noé un altar al SEÑOR, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y
ofreció holocaustos en el altar. (Gen 8:18-20 LBA)
INTRODUCCIÓN: En la Palabra del Señor vemos
diferentes puntos de contacto que pueden unir lo terrenal con lo celestial. Podemos ver que
Dios, al sacar a su Pueblo Escogido de la esclavitud en Egipto (una figura de
cuando saque a su Pueblo del Mundo) les da un tabernáculo de reunión para tener
un lugar donde manifestarse, un trono para mostrar su misericordia y darles
instrucción (Exo 25:21-22). De igual forma vemos que el lado de las tinieblas
introduce un altar en el que hay una manifestación de las potestades del mal, a
través del tabernáculo de Moloc (Hch 7:40-43), conduciendo al pueblo a la
confusión. En la actualidad, debemos aprender de los errores cometidos por
Israel, en especial en el camino a la Tierra Prometida (1Co 10:6-11).
DESARROLLO: Aunque nos movemos en una
dimensión terrenal, Jesús dijo que nosotros no pertenecemos a ella, pero que
seremos asediados constantemente mientras estemos en ésta dimensión material
(Jn 17:14-15). El apóstol Pablo nos da instrucciones para poder sobrevivir a la
constante batalla que libramos desde el plano terrenal con huestes en las
regiones celestes (Efe 6:10-12 NVI). Debemos estar preparados para estas
batallas, y permanecer alertas para no abrir espacios o puertas por las que
estas entidades entren a nuestra vida y/o nuestras casas.
La Biblia nos enseña que Dios ha
hablado y se ha manifestado de diferentes formas (Heb 1:1-2) y de todas esas
formas, muchas veces lo hace a través de un altar, que es un lugar consagrado y
dedicado para diferentes usos: un altar santifica todo lo que toca (Exo 29:37),
un altar puede ser un refugio (1R 1:50-53), un lugar en el que nos acercamos
para alabar a Dios (Sal 43:4 R95), un lugar para presentar ofrendas (Ex 29:18).
Pero también nos advierte que existen los altares de idolatría (Jue 6:25-26; 1R 16:32) y hay quienes en su humanismo, pueden
llegar a poner altares de idolatría a la par del Altar de Dios (Hch 17:23); hay
altares que podrán parecer buenos y hermosos pero no debemos imitarlos, Dios no
quiere que tengamos altares profanos y si los tenemos, Él está dispuesto a
perdonarnos cuando sean derribados (Is 27:9).
Entre los diferentes altares que
son edificados por siervos de Dios, podemos ver algunos relacionados con la
reconciliación, entre ellos tenemos:
· EL ALTAR DE NOE (GEN 8:20-22 PER):
Éste altar reconcilia a Dios con su creación en la Tierra, el
sacrificio ofrecido por Noé aplaca la ira de Dios y trae un reposo de la
destrucción que estaba decretada, tal y como había sido profetizado por su
padre Lamec (Gen 5:28-29). Es importante notar que Noé ofrece el mayor
holocausto registrado en las Escrituras, y era puro, pero sin un altar que
santificara la ofrenda, no hubiera despedido el olor grato que ascendiera de lo
terrenal hasta el trono Celestial de Dios, porque el Altar es el que purifica
la ofrenda (Mt 23:18-19), por eso al traer nuestra ofrenda al altar, si
recordamos que alguien tiene algo contra nosotros, debemos dejarla para que sea
purificada, y debemos tomar una actitud espiritual, al reconocer con humildad y
buscar la paz con aquel a quien hayamos ofendido y así, nuestra ofrenda tendrá
olor grato en la nariz del Señor (Mat 5:23-24).
· EL ALTAR DE ABRAHAM (GEN 12:7-8): Éste
es el altar de la reconciliación del hombre con la Fe en Dios. Abraham venía de
ser separado de su parentela, apartado de una cultura idolátrica y cuando tiene
un encuentro personal con Dios recibe la revelación de edificar un altar para invocar
el Nombre del Señor a dondequiera que fuera, en contraposición a la torre que
había edificado la humanidad, para engrandecer su nombre (un altar al
humanismo) y así sería bendecido él y su descendencia. Nosotros también debemos
edificar un altar santo para el Señor, estando agradecidos por haber sido
rescatados de la vana manera de vivir de nuestros padres, es decir de una vida
vacía sin Dios (1Pe 1:17-19),
· EL ALTAR DE JACOB (GEN 33:16:20): Cuando
Isaac bendice a Jacob en lugar de bendecir a su hermano Esaú, este último
guarda rencor y decide matarlo (Gen 27:41). Pero después de haber pasado un
proceso de 20 años con su suegro, Dios le ordena a Jacob regresar y después de
tener el encuentro personal con Dios en el que le cambian nombre, al llegar
hasta su hermano Esaú, hacen las paces y edifica un altar a Jehová por su
reconciliación familiar. El altar de la reconciliación familiar de Jacob, va
precedido de humildad, se humilla 7 veces antes de llegar a su hermano; el
Señor nos enseña que nosotros debemos ser humildes y perdonar hasta setenta
veces siete a quien peca contra nosotros (Mat 18:21-22; 6:12)
· EL ALTAR DE ISAAC (GEN 26:22-28): Isaac
destapó los pozos de su padre que habían sido cegados por los filisteos, porque
le tenían envidia (Gen 26:14) y alegaban ser dueños del agua (Gen 26:20), entonces
se traslada de esa tierra, expulsado por Abimelec, para establecerse en Gerar y
vuelve a cavar pozos y ahora riñe con los pastores del lugar, por lo que vuelve
a trasladarse y vuelve a cavar otro pozo en el que finalmente no riñe con nadie
y lo llama Rehobot. De allí vuelve a trasladarse, el Señor se le manifiesta,
edifica un altar e invoca el Nombre del Señor y sus siervos vuelven a cavar un
pozo y hallan agua, mientras Abimelec lo alcanza para reconocer que Dios está
con él, reconciliándose y haciendo un pacto de paz. Cuando levantamos un altar
de reconciliación, nuestro enemigo reconoce que somos bendecidos y veremos al
Señor (Heb 12:14)
· EL ALTAR DE ELÍAS (1R 18:30-34): Elías
estaba por librar su mayor batalla contra la idolatría de Israel, el pueblo
estaba separado de Dios por prestar oídos a los profetas que se sentaban a la
mesa de Jezabel que seduce siervos y les enseña a cometer actos inmorales y
comer cosas sacrificadas a los ídolos (Ap 2:20). Elías entonces invita al
pueblo a definirse y cuando repara (no edifica) el Altar, desciende fuego del
cielo que prueba que es un Autentico profeta del Dios Verdadero (1R 18:38-39).
CONCLUSIONES: El tiempo final es peligroso, y
al igual que en los días de Elías, habrá una manifestación poderosa de falsos
profetas enviados para engañar a los escogidos de Dios (Mat 24:24; 2Pe 2:1; 1Jn
4:1) y se necesita que haya un altar para hacer volver a aquellos que hayan
caído victimas de su engaño (Gal 6:1). La cruz es el altar donde se Sacrificó
al Señor Jesucristo, el Cordero de Dios, para reconciliarnos con Dios (Ef
2:16). Existe una relación intrínseca
entre los altares y la reconciliación, como vimos que ocurre con Noé, quien
edificando un altar, reconcilia a Dios con la creación; Jacob al madurar se convierte en Israel y
levanta un altar al aprender a reconciliar sus diferencias familiares; Isaac
reconcilia con sus adversarios filisteos y es reconocido como un hombre
bendecido. Abraham que es rescatado del humanismo, edifica altar e invoca el
nombre del Señor reconciliando a la humanidad con la fe; así también, es
necesario que haya un altar de reconciliación para aquellos que se han apartado
y han ido en pos de otros dioses. Dios envía a Elías, un hombre común con un
ministerio (Stg 5:17), para restaurar Su Altar y entonces hacer volver los
corazones (1R 18:37) tal y como esta determinado para este tiempo final (Mal
4:5-6)