lunes, 3 de junio de 2019

Los OPOSITORES del desarrollo profético



1Sam 3: 19 Samuel creció, y el SEÑOR estaba con él; no dejó sin cumplimiento ninguna de sus palabras. 20 Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, supo que Samuel
había sido confirmado como profeta del SEÑOR. 21 Y el SEÑOR se volvió a aparecer en Silo; porque el SEÑOR se revelaba a Samuel en Silo por la palabra del SEÑOR.

Introducción: Sabemos que debemos anhelar con vehemencia el don de profecía de parte de Dios (1Co 14:1), pero también debemos entender que algunas veces las circunstancias que nos rodean pueden ser utilizadas por el enemigo para evitar que esos dones se desarrollen en la iglesia, por eso es necesaria la cobertura, ministración y
formación de un ministro sobre nuestra vida, que nos dé una visión y enseñanza para no extraviarnos o perezcamos (Os 4:6).

Desarrollo: Cuando leemos la biografía del profeta Samuel en el relato bíblico, podemos darnos cuenta de que su ministerio tuvo momentos álgidos, tuvo tristezas, como cuando lloraba por el primer rey que había ungido en Israel, hasta que el Señor lo envió a ungir a un nuevo rey (1Sam 16:1). El ministerio de Samuel fue poderoso cuando se desarrolló y Dios siempre lo respaldó (1Sam 3:19) pero para eso hubo un proceso de crecimiento y desarrollo, en el que también hubo obstáculos. En este estudio veremos algunos de esos obstáculos que pueden estar impidiéndonos o estorbando nuestro crecimiento en el fluir profético.

•Una amargura que impedía que se diera a luz (1Sam 1:1-2; 9-11): La amargura que Ana sufría por la situación que la rodeaba a diario, tenía su matriz cerrada, y no le permitía concebir hijos. El profeta Samuel, al igual que cualquier ministro primario, ya era profeta desde antes de nacer en La Tierra (Jer 1:5), pero debido a la amargura de su madre, su nacimiento se estaba retrasando y solo por la Gracia de Dios, se cumplió el plan perfecto para que se desarrollara su ministerio. Ana sufría por la situación de su hogar y el trato de su marido porque mientras le daba a su rival y sus hijos, Ana solo recibía enojos y menosprecios -En el hebreo no dice que le daba doble porción, le daba: H639 Af = enojo, rabia – H599 Anaf no estar complacido y Manah= porción- (1Sam 1:4-5)

Algunas veces permitimos que los eventos de nuestra vida se enraícen como amargura en nuestro corazón y eso no permite el fluir del Espíritu Santo, ni de sus manifestaciones para bendecir al pueblo de Dios. Debemos desechar toda amargura que incluso hayamos traído desde la niñez, para poder ser vasos de bendición (Heb 12:14-16).

• La amargura era provocada por burlas (1Sam 1:4-7): La Biblia nos dice que Ana tenía una rival llamada Penina que quiere decir joya, piedra preciosa, perla, rubí. Probablemente era una mujer hermosa y más importante aún, era fértil. Debido a eso debe haber considerado estar en una mejor posición que Ana delante de los ojos de su esposo Elcana y por eso la atormentaba. Es posible que alguna vez hayamos sentido que alguien se burlaba de nuestra profecía o nos tenía en poco, pensando
estar en mejor posición dentro de la iglesia o el ministerio, o tener mayor “madurez”, pero no podemos permitir que nuestra autoestima sea un obstáculo para que Dios nos use como a Él le plazca.

• Falta de comunicación con la cobertura (1Sam 1:7-8): El ciclo de desánimo de Ana se repetía constantemente, y su esposo -su cobertura- no comprendía que era lo que pasaba con ella. Esto se soluciona cuando ella acude al Templo y vacía su alma delante del Señor, entonces, la ve el sacerdote Elí y la reprende, pero ella deja esta vez saber lo que le acontece derramando su alma (1Sam 1:10-17). Una vez ella se libera de las cargas, puede adorar al Señor y vuelve a su casa en Ramá (pueblo de
Efraín, que quiere decir doblemente fructífero) y concibió al profeta Samuel. La mejor manera de librarnos de toda carga es ministrándonos y dejando a nuestra cobertura saber lo que acontece en nuestro interior.

• Todo ocurre en el tiempo perfecto de Dios (1Sam 1:20): En este versículo, Ana concibe y da a luz en el debido tiempo; Uno de los problemas importantes para el desarrollo de un ministerio o incluso de un don de Dios, es cuando nos adelantamos al Tiempo del Señor. Ana también supo esperar el tiempo de llevar al niño al Templo (1Sam 1:21-23) tuvo el discernimiento para esperar el tiempo correcto.

• Lo somete bajo autoridad (1Sam 1:24-27): Una vez llegado el tiempo de llevar a Samuel al templo, lo puso bajo el cuidado de Elí. De igual manera, nosotros debemos poner nuestro don o ministerio bajo el cuidado de una cobertura, para que nos guie y nos muestre como hacer uso de lo que Dios nos ha dado. Debemos tener la humildad de someternos a las autoridades puestas por Dios para bendecirnos (1P2:13-15)

• Falta de visión e instrucción (1Sam 3:1-2): La falta de visión trae el desenfreno, acomodamiento, no se sabe qué hacer, no hay paz, hay desorden, caos (Pro 29:18). Cuando aún era joven -inmaduro- Samuel ministraba al Señor, pero la palabra de Dios era escasa, al igual que las visiones. Podemos ver que Samuel dormía en la presencia del Señor, pero no había tenido un verdadero encuentro personal con Dios y aun no sabía distinguir su voz o discernir cuando Él hablaba (1Sam 3: 3-5), por eso cuando tiene su primera experiencia profética (1Sam 3:7), corre con su cobertura, al confundir su voz con la de Dios. Esto ocurre 3 veces antes de que Elí logre comprender lo que sucede y entonces darle la instrucción apropiada a Samuel (1Sam 3:8-9). Debemos ser capaces de discernir cuando Dios nos habla, puede ser que la inmadurez muchas veces nos haga creer que con solo estar en la iglesia estamos bien y nos acomodemos, y por eso no hagamos todo lo que Dios espera de nosotros (Mat 4:10).

• El desdén, autoritarismo y el miedo que provocan (1Sam 3:10-13): Elí había recibido instrucción de Dios y la había pasado por alto, entonces le es enviada la confirmación de la Profecía de Dios por medio del joven profeta. Un sinónimo de desdén es arrogancia, Elí miraba al joven como alguien a quien le faltaba mucho por aprender, y esto le infundía miedo a Samuel (v.15) y no se atrevía a contar la visión que había tenido -Dios no solo le había hablado, se había detenido para mostrarle
una visión- pero Elí lo fuerza y acaba por contársela, a lo que el responde con un tono de indiferencia (v.18)

Conclusión: Cuando estamos en el evangelio iniciamos siendo como niños y pensando como tales, pero Dios quiere que avancemos hacia la madurez y dejemos de pensar como infantes (1Cor 13:11), nuestro caminar debe ser siempre en aumento (Pro 4:18) dejando atrás lo pasado y buscando siempre crecer para agradar a nuestro Padre, cumpliendo con nuestra misión de edificar al Cuerpo de Cristo (Ef 4:12). Samuel llega a desarrollarse y cuando maduró, Dios no dejo ni una de sus profecías sin cumplirse (1Sam 3:19-20), y siempre estaba con él la Presencia del Señor.

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