2 Pedro 1:18-19 18
y nosotros mismos escuchamos esta declaración, hecha desde el cielo cuando
estábamos con Él en el monte santo. 19
Y así tenemos la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en
prestar atención como a una lámpara que brilla en el lugar oscuro, hasta que el
día despunte y el lucero de la mañana aparezca en vuestros corazones.
Introducción: La Biblia nos
enseña que Dios ha hablado a los hombres de distinta formas y desde hace mucho
tiempo empezando a través de sus
profetas y luego por El Hijo (Heb 1:1-2), y
ahora nos habla a nosotros por el Espíritu Santo (Jn 14:26). La profecía
es el don que más debemos anhelar (1Co 14:1) pero debe ser precisa y edificar
al Cuerpo de Cristo y para estar seguros de que proviene de Dios, tenemos el
mejor parámetro, que nos fue dejado escrito (2P 1:19).
Desarrollo: Cuando hablamos de palabra profética es necesario
entender que es, ya que no la podemos confundir con el ministerio profético, el
don profético o la unción profética, pues aunque aparentemente pareciera que no
hay diferencia entre ellos, si existe, y para poder profetizar con autoridad y
libertad es importante que sepamos diferenciarlos.
· La
Palabra Profética fue dada por el Padre a través de lo que está escrito y todo
ello nos fue dejado a nosotros como una enseñanza (1Co 10:6-11)
· El
ministerio profético es dado por el Hijo, junto a los otros ministerios, como
regalo (Doma) a los hombres, para capacitar a los santos para edificar al
Cuerpo de Cristo (Ef 4:8-12)
· El
Don profético, también es un regalo (Carisma), un regalo inmerecido que es
otorgado por el Espíritu Santo. Esto regalos están al alcance de quien quiera
solicitarlos a Dios y debemos anhelarlos con vehemencia (1Co 12:31),
· La
unción profética es dada en determinada atmosfera y tiempo, como cuando Saúl
iba persiguiendo a David hasta Ramá y envió 3 grupos de mensajeros a llevárselo
y al llegar ante Samuel profetizaron; por último el mismo Saúl acabo
profetizando desnudo delante del profeta (1Sam 19:18-24).
Entendiendo esto,
llegamos a la conclusión de que es importante reconocer que tener un don no
significa ni nos habilita para ejercer un ministerio, porque son cosas
distintas. Por eso es importante que haya una escuela profética para
instruirnos, aclararnos y ayudarnos a definirnos. Conocer la importancia de la
Palabra Profética nos salva de ser desviados por falsos profetas que se
manifestaran incluso con poder y señales en este tiempo (Mt 24:24) el no tener
conocimiento conduce al pueblo a la destrucción (Os 4:6)
No todo el que tiene el don de profecía, o el
que está bajo la unción es un profeta, asi como no todo el que ejerce una
función pastoral -como ministrar a las
ovejas- es pastor; David salía y dejaba a un cuidador (8104 שָׁמַר shamar) a
cargo de las ovejas de su padre (1Sam 17:20). Una mujer no se convierte en
pastora por ser esposa del pastor, ni el que enseña la palabra se convierte por
ello en maestro, aunque tenga el don de la enseñanza (Rom 12:6,7). Todos
podemos tener dones y servir con ellos al pueblo de Dios pero el ministerio es
predestinado y el llamamiento confirmado por Dios y no por el pueblo. Debemos
adquirir conocimiento (Pro 23:23), debemos ser formados por la mano de Dios
para ser exaltados en Su Debido Tiempo (1P 5:6). Vamos a ser moldeados a través
de la Palabra de Dios que nos instruye, nos edifica, nos corrige y nos guía (2Tim
3:16).
Todo lo que ha ocurrido, ocurre y ocurrirá ya
está escrito, Dios no hace nada sin revelárselo a sus siervos los profetas (Amo
3:7; Dan 9:10; Ap 10:7). Una figura
interesante de la seguridad de la Palabra Profética de Dios la vemos cuando Jesús
durante su ministerio decía “escrito
está” haciendo referencia a que su presencia en la Tierra era el
cumplimiento de lo escrito por los profetas, como cuando les anuncia a sus
discípulos que se dispersaran al momento de su captura (Mt 26:31).
Otra figura impresionante es cuando lo
religiosos judíos quieren probarle y le presentan la acusación de una pecadora,
entonces el Señor se inclina para escribir en el suelo y después de hacerlo dos
veces la anima y la perdona (Jn 8:3-11) y
con esto se cumple lo que estaba escrito para nosotros en Antiguo Testamento,
anunciando que alcanzaríamos la Salvación y la vida eterna a través de
Jesucristo (Jer 17:13)
Conclusión:
Nuestro Padre Celestial nos habla y nos
instruye, abriendo nuestro entendimiento, nuestro corazón, nuestros ojos para
poder comprender su Palabra. Debemos
tener claro que el Padre trae la palabra Profética, el Hijo el ministerio
profético y el Espíritu Santo atavía a la novia con Sus Dones, que debemos
anhelar todo el tiempo, principalmente el don de profecía. Nos recuerda que a
la que se casará, Dios le da dones, como al figura de Rebeca antes de ser
llevada con Isaac para casarse (Gn 24:47) es decir que si no tienes dones aún,
es porque no los has querido buscar y corres el riesgo de no ser escogida para
casarte (Jn 3:1-6 BLS).
El Señor también nos
advierte que debemos ser muy respetuosos de la profecía y de la palabra profética
(Eze 13:3; ) y cautelosos con los profetas que escuchamos (1R 13:18), toda
profecía debe estar fundamentada pues, en la Palabra profética más segura y si
le ponemos atención, tendremos una lámpara que nos guiará para no tropezar ni caer
en la oscuridad.