Y
el resplandor fue como la luz; Rayos brillantes salían de su mano, Y allí
estaba escondido su poder. Hab 3:4 RVR60
Introducción: el Hombre fue creado a la semejanza de Dios (Gen 1:26)
y aun después de la caída de Adán (Gn 5:3), Dios nos da la oportunidad de
evolucionar, por medio del sacrificio de su Hijo Jesucristo para que
evolucionemos y recuperemos esa semejanza, despojándonos del viejo hombre y
vistiéndonos de uno nuevo como dice el perito arquitecto de la iglesia “creado
a semejanza de Dios” (Ef 4:20-24 LBLA). Necesitamos entender que para poder
crecer, Jesús nos dejó dones en forma de hombres, constituyendo a los cinco
ministerios para capacitar a los santos para la obra de edificar al Cuerpo de
Cristo hasta alcanzar esa ESTATURA DE LA PLENITUD DE CRISTO (Ef 4:11-13).
Desarrollo: para dar la estatura de Cristo, como inicio tendríamos
que entender que La palabra Cristo
significa ser “UNGIDO”. Para ungir es necesario el ACEITE que es el Espíritu
Santo; o sea que estar ungidos es equivalente a ser llenos o estar cubiertos de
ACEITE/ESPIRITU SANTO. El aceite era usado para ungir a los reyes y a los
sacerdotes y en Apo 1:6 die que Jesus nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, lo
que nos da el derecho de ser ungidos.
La pregunta sería ¿Cómo nos unge Dios? En el
versículo base entendemos que la mano de Dios tiene el poder que sale por sus
dedos, pero también hemos aprendido que en la diestra del Señor se oculta un
misterio, las siete estrellas en la mano derecha del Señor que son los
ministros, es decir, los ángeles de las siete iglesias (Ap 1:20), los ministros
son los dedos que forman la Mano del Alfarero que nos va moldeando y en el
libro de Levítico, que nos instruye en las funciones sacerdotales, el sacerdote
ponía el aceite en la mano izquierda y con el dedo de su mano derecha lo
rociaba (Lv 14:16-17) -figura de cómo Dios usa hoy a sus ministros que están en
la diestra, para rociar el aceite que esta en su mano izquierda-. El aceite es
la unción y para nosotros es el Espíritu Santo quien da esa unción, y los dedos
(ministros) son los encargados de rociarlo sobre nosotros.
En el tabernáculo, el aceite se usaba para que
la lampara del Señor ardiera constantemente, es decir a diario y por
generaciones (Ex 30:8). En nuestra vida Cristo es la Luz (Jn 8:12), mientras
estuvo en esta dimensión terrenal dijo que sería la luz del mundo (Jn 9:5) y
ahora, somos nosotros los llamados a ser luz, debemos ser lamparas que alumbren
delante del Señor (Ef 5:8) por eso necesitamos que los
ministros rocíen (nos suministren) aceite sobre nosotros.
Cuando
un ministro nos rocía el aceite, entonces obtenemos beneficios para nuestra
vida y nuestro desarrollo para alcanzar esa estatura a la que somos llamados,
para evolucionar en nuestra senda como justos hasta alcanzar el reposo de Dios
(Prv 4:18). El aceite tiene diversos beneficios como:
·
Para poder participar de las bodas del cordero (Mat 25:4): Este aceite es una característica de la prudencia, que a su
vez es característica de la madurez. Las vírgenes prudentes tuvieron cuidado de
estar aprovisionadas de aceite. Debemos dejarnos rociar de aceite para poder
entrar a las Bodas.
·
Para salvarnos de la destrucción que habrá de venir (Jer
41:8): Un hombre llamado Ismael estaba matando al
pueblo de Dios y los arrojaba en una cisterna (lo podemos interpretar como un
destructor ismaelita, arrojando al infierno), pero diez hombres (totalidad)
tenían guardadas cosas y entre ellas el aceite que los protegía, por lo que el
destructor se contuvo de matarlos. El aceite nos salva la vida y nos protege de
potestades como el destructor.
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El aceite nos salva de la escasez (Apo 6:6): Cuando un ministro nos rocía aceite, nos protege de
potestades como el acreedor, tal es el caso que vemos en el relato de la viuda
de Sarepta, que no tenía más que un poco de aceite y harina (1R 17:10-13) o el
da la viuda agobiada por el acreedor (2R 4:1-7). Si somos rociados con aceite,
no nos afectará la inflación, el devorador no nos podrá atemorizar (1R 17:14)
ni podremos ser afligidos por el acreedor.
·
El aceite nos hace portadores del mensaje de Dios (2Re 9:3): Un joven, hijo de los
profetas, es enviado por Eliseo a ungir al rey Jehú, y le encomendó la misión
de eliminar a Jezabel. Cuando hemos sido rociados por un ministro, nos
convertimos en legítimos portadores de la Palabra de Dios, el portar ese aceite
nos hace delegados con autoridad.
·
El Aceite nos da poder y autoridad (1Sa 16:13): El profeta Samuel tomó el cuerno de aceite y ungió a David y
el Espíritu del SEÑOR vino poderosamente sobre David desde aquel día en
adelante. Vemos también que a partir de ese momento el Espíritu de Dios se
apartó de Saul y empezó a ser atormentado por un espíritu malo de parte del
Señor, y aunque quiso dañar a David, nunca pudo. Debemos dejarnos ser rociados
por un ministro verdadero, para que venga el Espíritu Santo a nosotros y para
que se mantengan alejados los enemigos espirituales y materiales.
Conclusiones: para poder ser rociados y beneficiados con la unción,
debemos ser humildes y reconocer la autoridad del ministro, por eso también entendemos que el apóstol
Pedro nos enseña que debemos humillarnos bajo la poderosa Mano de Dios Para ser
exaltados a Su debido Tiempo (1P 5:6). Las bendiciones de Dios están dispuestas
para los de corazón humilde (Sal 138:6-7)